viernes, 27 de abril de 2012

Única compañía


Una de mis lágrimas conduce por las curvas de mi cara para ir a parar a la almohada, y me pregunto si en su corto camino habrá llegado a sentir una minucia de la angustia que representa.

Al parecer existe una lucha en mi garganta, conteniendo de rehén a la saliva, amordazando con un nudo el único escape del lloro hacia el exterior.

Tampoco me quedan palabras, en mi boca se vuelven gemidos... ¡Qué ironía tener mil ideas en la cabeza y no poder simplificarlas en una voz!

Vueltas y vueltas en la cama, una lágrima tras otra humedeciendo la almohada. Otra noche más. Nuevo malestar, misma sensación.

Esta angustia que reclama toda mi atención, compañera de mis noches, acompañante de mi soledad, no cesa en su labor de destrozar todos los sueños, ilusiones y deseos por cumplir.

Soledad, echo de menos aquel tiempo en el que podíamos estar solas tú y yo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario